El Callejón de las Marionetas
El Callejón de las Marionetas
En la ciudad vieja, había un callejón que todos evitaban al caer la noche. Decían que estaba maldito, que quienes se aventuraban allí regresaban diferentes… o no regresaban en absoluto. En el fondo del callejón se encontraba la tienda de un misterioso titiritero llamado Alaric, un hombre que nunca envejecía y cuyas marionetas eran tan realistas que parecían respirar.
Sofía, una joven artista en busca de inspiración, decidió ignorar las advertencias y visitar el callejón. La oscuridad parecía más densa allí, y el aire estaba cargado con un extraño olor a madera y cera quemada. La tienda de Alaric era un lugar extraño, llena de marionetas suspendidas del techo, cada una con ojos que seguían cada movimiento.
Alaric la recibió con una sonrisa inquietante y le mostró su obra maestra: una marioneta que era su viva imagen. Sofía se sintió atraída y aterrorizada a la vez. El titiritero le ofreció un trato: la marioneta por un poco de su "esencia creativa". Intrigada y sin pensar en las consecuencias, aceptó.
Al día siguiente, Sofía descubrió que le costaba mover los dedos, como si sus manos estuvieran rígidas. Día tras día, su cuerpo se volvía más pesado y sus movimientos más torpes. Alaric la visitaba por las noches, ajustando los hilos invisibles que ahora la controlaban.
Una noche, incapaz de moverse, Sofía fue llevada de vuelta al callejón. En la tienda, Alaric la colocó en una esquina, colgándola junto a las demás marionetas. Con horror, se dio cuenta de que todas las marionetas eran como ella: personas transformadas, atrapadas en cuerpos de madera, sus ojos vivos pero impotentes.
Desde entonces, la tienda de Alaric sigue abierta, y sus marionetas aumentan en número. Los que caminan por el callejón dicen que, en las noches de luna llena, pueden escuchar susurros de madera quejándose, rogando por ser liberados. Pero nadie se atreve a entrar.
Fin
JAPT
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